jueves, 31 de diciembre de 2015

La fiera que duerme.



Duerme dentro de mí, encerrado en la celda de la voluntad. Cadenas visten sus muñecas y su boca es abrazada por un bozal de cuero. Cada día compruebo las cadenas, los barrotes de la celda y el cuero del bozal, no quiero que salga, no puede escapar, pero…lo hace.
La ira, el orgullo y la soberbia lo alimentan y crece, se hace cada vez más fuerte y rompe las cadenas, destroza el bozal y retuerce los barrotes de la voluntad, la fiera sale de mí. Como una bola de cañón de acero, emprende un vergonzoso camino de destrucción que a su paso solo deja heridos. 
Una bola de acero que a medida que avanza va cambiando su forma para tomar la de un boomerang que tarde o temprano me alcanzará, y cuando lo haga, sentiré la vergüenza del impaciente, del que no es capaz de controlarse. Y me arrepentiré de todas y cada una de las palabras y acciones que realicé.
Cada día tengo más claro que no puedo sujetarla solo, que si no es bajo la voluntad de Dios mis barrotes volverán a ser retorcidos, que desde la humildad debo contemplar y reconocer mi impotencia. Qué sabia es la biblia cuando afirma “Delante de las canas te pondrás en pie; honrarás al anciano…” el tiempo apacigua a la fiera, las heridas generan experiencia, y es cuando el consejo del anciano se vuelve determinante.
¿Cuándo fue la última vez que dejaste salir a la fiera? ¿Estás cansado de recoger pedazos de tu vida?

Jesús es la respuesta “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar…”

domingo, 18 de octubre de 2015

“Las palabras se las lleva el viento”


“Las palabras se las lleva el viento”
Hubo un tiempo en el que no fue así, una época en la que la palabra hablada tenía peso ¿Cuándo cambió todo esto? ¿Qué hizo que necesitáramos escribirla para darle valor, o más bien, para ser recordada?
La palabra hablada ha perdido peso, la estrujamos, la retorcemos, mutilamos y hasta la “violamos” para conseguir que diga o exprese algo para lo que no fue creada. Que no le demos el valor que merecen no hace que su peso desaparezca; no por comportarme de manera injusta hago desaparecer la justicia.
Jesús de Nazaret dijo a sus discípulos:
Cuando ustedes digan "sí”, que sea realmente sí; y cuando digan "no" que sea no. Curioso que hace más de dos mil años Jesús pronunciase estas palabras.
Hablamos sin pensar, diciendo, prometiendo y hasta jurando sin la intención de cumplir. ¿Dónde queda el peso de la palabra?
Con nuestras palabras mostramos amor, cariño, compromiso, valentía pero también mentimos y defraudamos.
Cuidemos lo que decimos, cuidemos nuestras palabras, démosle el valor que merece, que puedan decir de nosotros que somos personas de palabra.
El reto es grande, ya lo dijo el apóstol Santiago al hablar de la lengua ¡Pues qué gran bosque se incendia con tan pequeño fuego!

¿Estamos preparados? 

martes, 18 de noviembre de 2014

Se le olvidó respirar.


Y se le olvidó respirar, absorto por la cotidianidad se dejó llevar a ningún lugar y desde allí no supo regresar. Lo había perdido todo, se le olvidó respirar. No recordaba cómo se hacía, no recordaba la sensación de llenar los pulmones, de sentir como el cerebro se oxigena buscando ideas nuevas, sueños nuevos; se le olvidó respirar.
Anda ahogado, nadando en el mar de la vida sin rumbo y con poco oxigeno. No sabe qué hacer, no sabe cómo volver…
He emprendido un viaje  en su búsqueda, quiero recuperar al niño que yace sin aire en el fondo de mi ser. Ese que me ayudaba a soportar la realidad, ese que me susurraba al oído que un mundo mejor es posible, ese que me decía que las personas de  buen corazón siguen poblando la tierra, ese que me recuerda quién soy.
Nunca debí abandonarlo.

El niño que llevamos dentro nunca crecerá, debemos cuidarlo, protegerlo y alimentarlo. De él depende  gran parte de los mecanismos que nos hacen sonreí 
¿Hay alguien que sonría más que un niño?

jueves, 9 de enero de 2014

Mi lucha

Cada día me enfrento a él, a golpes, a besos... lo amo y odio a partes iguales, no lo quiero junto a mi pero no sé vivir sin él. Al verlo mi piel se eriza, mi cuerpo tiembla, no sé cómo actuará, debo controlarlo y he de reconocer que a veces es muy complicado por no decir imposible. Me anima a buscar mi protagonismo, a reclamar mi parte del pastel, a pensar en mí mismo y menos en los demás, ¿Alguien se preocupa por ti alguna vez? me dice a menudo y me hundo. 
Estoy hablando de él, de mi gran enemigo; estoy hablando de mí, de mi Yo interno, ese con el que cada día al despertar lucho, ese que se alimenta de mis debilidades y miedos, ese que me hace desconfiar de los demás. 
Aquí en la isla se ha vuelto más débil, no tiene objetivos reales en los que focalizar su ira, su maldad. A fin de cuentas somos el resultado del tiempo que le dediquemos, hay que ignorarlo, hay que hacerle ver que otra vida es posible sin él. 
Lo he obligado a naufragar en el mar de mi interior, flota a la deriva, sé que volverá a tierra firme algún día, espero estar preparado, levantaré murallas, colocaré alambre de espino, le dificultaré la entrada. 
Sin él la vida se llena de color y esperanza.


miércoles, 13 de febrero de 2013

Esperanza 2.0


Llega al nacer, se pega en nuestra piel y es por la que respiramos durante mucho tiempo. Empuja la voluntad, dirige los deseos y elimina las barreras.
Con el tiempo se va perdiendo, con el paso de los días se va deteriorando, requiere mantenimiento, necesita alimento, está viva y lo olvidamos.
A final se va, se marcha, aburrida de tanto materialismo, de tanta cruda realidad.
Perderla es perder la vida, perderla es andar sin rumbo, es vivir una vida entre la sombras si futuro.
¿Por qué se va? ¿O realmente no se ha ido? Está ahí, entre los entresijos de mi mente, entre las voces de mi boca, entre el tejido de mi corazón, porque es allí donde nace.
Hace tiempo que dejé de alimentarla, que dejé de mantenerla, que dejé de dedicarle tiempo y se apagó, como una gran estrella que desaparece del firmamento.
Quiero recuperar mi esperanza, quiero recuperar el sentido de mi vida, quiero volver a saltar barreras imposibles, a ver la luz al final de camino y sobre todo a dejar que sea ella la que me diga cada mañana…¡no te rindas!
La voy a depositar en ti, el autor y consumador de la vida, quien me ha demostrado que detrás de cada puerta cerrada se abre otra mucha mayor, quien me dice esfuérzate y se valiente,  quien  hasta el día de hoy no me ha abandonado y lo más importante, quien alimenta mi esperanza haciéndome  vivir en la verdad de que ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra criatura me podrá separar de tu amor.
Allá  donde deposites tu esperanza, vivirá tu corazón. 

jueves, 20 de septiembre de 2012

Ya llegó...




Abro la puerta abstraído por mis pensamientos. La realidad me hace vivir en un presente sin tiempo, un lugar en el cual el calendario es un adorno y el reloj una carga.
Allí estás, duro, seco y violento. Tus oscuros ropajes lo envuelven todo.
 El vello de mis brazos se tensa como una alambrada de espinos, mi piel se vuelve rugosa y adquiere relieve, un relieve que mis dedos sienten al intentar protegerme de ti.
Me golpeas en la cara, aprietas mis descubiertos  brazos y te cebas en mis  pies desnudos con saña.
No te esperaba, no estoy preparado, has llegado pronto, muy pronto.
Ya estás aquí; esta tarde bajaré al trastero a sacar cajas, el invierno ha llegado.

sábado, 26 de mayo de 2012

Todos somos iguales


Un mismo oxigeno para todos, más o menos limpio según tu ubicación. Al final después de todo somos mucho más parecidos de lo que pensamos; un mismo sol, una misma luna, una misma tierra...
Los hombres nos empeñamos en segmentarnos. Aquí en la isla, semidesnudo y con lo justo para subsistir me doy cuenta de una gran verdad; son los accesorios lo que nos separa, es todo aquello que no necesito para vivir y que poseo lo que me separa de ti.
Estoy empezando a disfrutar de lo poco que tengo; me hace gracia pensar que ese "poco" me mantiene vivo.
Tan sólo os necesito a vosotros para ser completamente feliz.